Palo Alto Valencia

Yo, que por muchas cerillas que le rasque al domingo, nunca le encuentro la chispa. A ese le quise. Ya ves tú lo que hace la música, las sonrisas, el sol y un buen vermut. Pero es que allí había de todo para ser feliz. Y más si eres de los que el corazón le late en la barriga.

Así en un shot: Crepes, tacos, hamburguesas, empanadas argentinas, helados, pizza, zumos. Y babas y más babas. Un verdadero reto cerrarle la boca a la gula. Y cual genio de la lámpara, las concesiones fueron tres. Un par de empanas de “El carrito Porteño”. La una de tomate frito y albahaca, la otra con queso de cabra y espinacas. Solo puedo decir que detrás de los mordiscos, llegó el momento de rechupetearse los dedos.

De Argentina, nos fuimos a Japón. Hielo y sirope nos hicieron de postre. Sí, postre en la merienda. Qué más da. Allí estaba el córner de Mr.Kakigori y le teníamos ganas desde la edición pasada. La lista de sabores lo puso muy, muy difícil. Pero al final, nos decantamos por el té matcha, por eso de sentirnos sanotes por comer algo verde. Eso sí, con un chorrito de leche condensada para compensar. Qué fresquito y qué bueno. Al fin y al cabo, no es más que una tarrina de nieve. Pero oye, no hace falta más.

O sí. Porque hacía falta un fin. Y todos sabemos que una comida no acaba con esas tres letras. Acaba con cuatro: Café. Los chicos de D’Origen Coffee Roasters andaban por allí. Sirviendo fragancias en vaso pequeño. La mía, la tomé en casa. “Caliente” no era la palabra para esa tarde de más de 25ºC. Y ese café merecía una cita perfecta. Que en el sofá con el día despertando estuvo bien, pero la visita a su local en El Albir no pasa de este verano.

Y estos fueron los culpables de mi amor por aquel domingo. Bueno, esos y el vermut de aperitivo al que nos invitaron los chicos de Cinzano. Que vaya manera de merendar. Pero vaya ganas las de repetir.

Sandra Chanzá
Fotos: Aurora Canos
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