De pequeño solía tener unas fantasías fascinantes lo que yo llamaba FaFa, pues bien, en ellas siempre había el mar de fondo y la misma persona a mi lado con cabeza de gallo.

La sensación de mis fantasías reapareció en Gallito al borde del mar, con una mesa de madera frente a mis ojos, en ella iban apareciendo y desapareciendo manjares con formas y sabores diferentes, un ceviche de corvina igual de bueno que fotogénico, chicharrón de pulpo con salsa jalapeño tan extraño, tan delicioso, sus tacos sencillos y buenísimos. Luego disfrutamos de un arroz montaña con butifarra, setas y costillas que nos extasió el olfato y por un instante bailamos con la brisa marina hasta llegar al Olimpo.

Levantas la vista y ves las parras caer por la estructura de madera, a 50 metros las olas amenazan a los bañistas todos ellos con cara de inquieta felicidad, atacas el postre, poco a poco, eternizando el momento, no quieres marcharte de Gallito, te atrapa su personalidad.

Cerca del mar, después de buen comer te das cuenta que las fantasías de pequeño pueden hacerte temblar por dentro en cualquier momento, sólo tienes que estar atento y disfrutar.

Serge Barnet
Fotos: Olga Planas

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Gallito
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