C/ Cabestreros 4.
Tfn: 910 29 99 26
Metro: Lavapiés/ Embajadores/ Antón Martín/ Tirso de Molina.
Horario: Lunes cerrado/ Martes, miércoles, jueves y viernes: de 20:00 a 1:00/ Sábados y domingos: de 13:30 a 17:30 y de 20:00 a 1:00
Precio medio: 16 €.
Despertamos con el sol de un domingo casi de verano y un monstruo llamado resaca grita en nuestro estómago, no nos deja pensar y repite la misma palabra una y otra vez “PIZZA, PIZZA, PIZZA, PIZZA…” Así que salimos a la calle en busca de una solución en forma circular cubierta con queso fundido.
Las terrazas de Lavapiés vuelven a estar llenas y parece que el invierno se nos hubiera olvidado de golpe. Nuestros pasos nos llevan a un local situado en el número 4 de la Calle Cabestreros, la nueva apuesta de la dueña de negocios ya míticos en Madrid como La Antigua huevería y La antigua taquería. Es un espacio diáfano inundado por esa luz que sólo hay en Lavapiés, materiales de madera reciclada y unas letras naranjas que te chivan su nombre. Raquel, como enamorada de la comida italiana, decidió montar una pizzería pura para devolverle a este plato (tan maltratado en España) la calidad y el prestigio que merecen. Para formarse en el negocio, ajeno a ella hasta el momento, se puso en manos de uno de los mejores, Jesús Marquina, maestro pizzero y campeón mundial en 5 ocasiones con quien realizó un curso de especialización. Tras esto, se fue a Italia a visitar negocios e inspirarse de los secretos de las recetas más auténticas. Por último, se encerró en la cocina durante dos meses buscando una masa perfecta, su masa, que se convertiría en la marca de la casa en un perfecto matrimonio con la otra estrella, su horno Cuppone de fabricación íntegra italiana. El resultado son unas pizzas de larga fermentación de masa ligera y crujiente con unos matices de sabores y colores que sólo se consiguen mediante un cuidadoso proceso.
Miramos la carta, combinaciones arriesgadas pero todas igualmente apetecibles. Elegimos tres: La de secreto ibérico, la catalana (con butifarra y base de frijoles negros) y la de trigueros (con huevo y aceite de trufa blanca). Esperamos spritz en mano mientras en la mesa de al lado, un señor lee el periódico con su perro a los pies durmiendo al calor del sol. El olor que sale de la cocina nos hace presagiar lo mejor. El monstruo grita cada vez más fuerte “PIZZA, PIZZA, PIZ…” La camarera deja los tres platos en nuestra mesa con una sonrisa. ¿Por cuál empezamos? Cada bocado que damos es más delicioso, a medida que masticamos las voces de nuestro estómago dejan de sonar, la bestia es vencida y la sonrisa se dibuja esta vez en nuestra cara y no se va ni cuando nos acabamos el tiramisú casero más rico que hemos probado en mucho tiempo.
Definitivamente estas pizzas son otro rollo. López & López pasa desde ya a formar parte de nuestros favoritos y, aunque esta vez no nos hemos atrevido, volveremos pronto para probar la de boquerones . Ya no se oyen voces, sólo un susurro interior que nos da las gracias por haber encontrado el mejor plan que existía este domingo.