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«Toda ciudad es un laberinto. Cuando entramos, debemos ir dejando un hilo de memoria por sus calles…el verdadero objetivo no es hallar la salida, sino aprender a vivir en él.»
De entre todas estas huellas que nos permiten avanzar sin miedo por el laberinto, hay lugares que dejan un impacto especial en la memoria. Uno de ellos es, sin dar rodeos, La bodega de la Ardosa.
Nuestro objetivo no es descubrir un secreto a voces, sino rendir homenaje a uno de las tabernas más míticas y entrañables de Madrid.

No todos sabrán, que La Ardosa comenzó como una cadena que llegó a tener 30 establecimientos en la capital, pero esta de la calle Colón, empezó a ser regentada por un matrimonio en los años 70, el cual la dotó del carácter especial que aún conserva hoy en día. Fué la primera en servir cervezas de importación y hacen todo un ritual del arte de servir una caña. La mujer y cocinera se encargó de dar merecida fama al local de tener una de las mejores tortillas de la ciudad y un salmorejo que roza lo adictivo.
Sabes que estás en un lugar con solera. Por el olor, por las maderas pintadas del color del vino (tinto, por supuesto), por las mesas de nogal, los taburetes y los azulejos… Sabes sin miramientos que has dado con un punto clave en tu ruta por la ciudad.

Y no encontramos mejor manera de terminar que como empezamos, con una maravillosa cita de Ortega y Gasset a su amigo Valle Inclán en una de estas tabernas: “Apure usted todo lo que pueda lo noche madrileña. Es ya la única noche que queda en el mundo».
Dicho queda.

Cristina V

 

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Bodega de la Ardosa
c/ Colón n.13
Madrid