Salgo del trabajo con un calor y un cansancio tremendos y entro en el metro dejando atrás una calle llena de obras para salir en otra igual. Barcelona está abarrotada de gente y de polvo. Camino por la calle Blai, bares y terrazas por doquier y de repente, en medio de todo el barullo, avisto el Spice Café y por fin tengo la sensación de tranquilidad que tanto esperaba.

El local, situado en la mitad de la calle Margarit, es un lugar pequeño y acogedor y lo regenta un único hombre que se ocupa de todo, ¡hasta de hacer los pasteles! Hay tres mesas para dos y al fondo una grande para compartir. Volando hacia la última mesa de dos disponible nos dimos cuenta de que nos habíamos sentado justo al lado de la vitrina de los pasteles. Todos con una pinta excepcional y deliciosa.

Pegados al vidrio, al final nos decidimos por el último trozo que quedaba de cheesecake con arándanos rojos, un pellizco de pastel bastante generoso así que decidimos compartirlo. También pedimos un café con leche y un cortado. Tengo que decir que he probado millones de tartas de queso, pero esa era de otra galaxia. Creo que fue la mejor que he probado en muchísimo tiempo. Cremosa, nada mazacote, se deshacía en la boca y la mermelada de arándanos estaba en su punto de dulzor. Los trozos empezaron a volar y no hubo más conversación hasta que el pastel desapareció por completo. Cuando lo acabamos de devorar les tocó el turno a las bebidas. Para sorpresa también estaban deliciosas y con las medidas perfectas de café y leche (encontrar un café bueno de verdad es muy difícil hoy en día).

La verdad es que salí de allí con la energía renovada, el estómago en su punto y todo lo que me había agobiado antes de entrar, dejó de importarme.

Alejandra Perelló

 

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Spice Café
Margarit 13
Barcelona
http://spicecafe.es/