Que bien sabe ser de Mahou SIN
No recuerdo cuando fue la última vez que te vi. Creo que coincidimos en un cumpleaños no hace mucho, pero no termino de tener claro cuánto hace de eso… ¿Quizás un mes? ¿Dos? Puede que un año. Sí, probablemente hace ya un año.
Doce meses desde la última vez que nos vimos en aquella terraza del barrio de Malasaña. A pesar del frío seguíamos disfrutando de una Mahou Sin. Nos serviste unas cañas tiradas con tanta maestría que consiguieron alegrar nuestro día. Espera… ahora lo recuerdo, no era un cumpleaños, era mi despedida. Decía adiós a Madrid para iniciar una aventura lejos de allí.
No se por qué hoy he vuelto a acordarme de ti. Quizás porque tengo entre mis manos una Mahou Sin, la misma cerveza que nos pusiste aquél día. Te encargaste de hacernos entender que tirar una buena caña, es arte. Entre risas, guiños de complicidad, aperitivos y tapas, nos descubriste un universo de sensaciones infinito.
La crema –de 2cm de espesor- es la mejor carta de presentación, decías. Suave, compacta, capaz de retener el aroma y sabor de la cerveza. La nube, las burbujas y los aros son los encargados de marcar la diferencia. Un sabor inconfundible que vuelve a mi memoria y de nuevo, hace que recuerde ese día.
No se por qué hoy he vuelto a acordarme de ti. Probablemente sea porque estoy de nuevo en Madrid y me ha parecido verte. Quizás sea porque estoy sentada en el mismo bar donde nos conocimos mientras espero que llegue mi Mahou Sin. Quizás… Y entonces te veo, como un sueño, pero tan nítido que noto que un escalofrío recorre todo mi cuerpo y me despierta de una sacudida…
Te acercas, tomas un sorbo de mi cerveza, la dejas sobre la mesa y me susurras: qué bien sabe volver a verte, ¡qué bien sabe ser de Mahou Sin!
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