Una mancha de sol me persiguió hasta que entre en Yoi Yoi Gion, como si una luz llegada de muy lejos me guiara hasta el paraíso de los udons.
Al entrar la cocina y una barra que separa occidente de oriente. Distingo mi contacto porque lleva una Canon 6D colgada del cuello, es el único occidental del restaurante, el único no amarillo del lugar.
Voy hacía su mesa y me siento espiado por las paredes, los protagonistas de la que fue la serie de moda de los 90s para la generación X, Campeones, parece que quieran pegarnos un balonazo en toda la cara.
El culto al udon (fideos japoneses) es una religión en Yoi Yoi Gion, de hecho ellos mismos los fabrican con una máquina traída de Japón, allí los udons son la base de la comida diaria, incluso los comen para desayunar. Si a esta especialidad le añadimos sus tapas japonesas (gyozas, pollo frito (Karaage, Itawasa, etc) nos encontramos con uno de los japos más auténticos de la ciudad.
El curry udon, un plato de sopa caliente lleno de fideos es uno de los platos estrellas y me lo como con pasión, el ambiente en Yoi Yoi Gion es bastante oriental y eso añadido a las delicias niponas que nos cascamos nos trasladan a la deseada Kyoto.
Al salir de allí, mis ojos no eran mis ojos, estaban rasgados, maldita sea! no todo es sushi, queridas.
Serge Barnet
Fotos: Víctor Ibañez
