Quienes entiendan que muchas veces lo mejor de comer no es llenar la panza sin más, si no todo lo que hay alrededor, quienes disfruten de los rituales, de apreciar los sabores, los olores y la conversación en torno a la mesa, serán ellos quienes disfruten de un restaurante tan especial como este.
Porque Yakiniku Rikyu no es solo una carne de primera calidad (que también), si no un lugar donde se cuida hasta el más mínimo detalle, desde la sala, la toalla caliente previa a la comida, el emplatado, los olores, los colores, los matices de sabor, las cocciones y lo más importante, el ritual. Sentarse a la mesa (ya sea en uno de sus espectaculares reservados o en la sala) y disfrutar de una típica barbacoa japonesa- coreana es todo un espectáculo. Kimchi, Choregi salad, Sanchu set entre otras opciones, serán las verduras que acompañarán a los mejores cortes de carne (créenos, es un espectáculo) que tú mismx podrás cocinar en la parilla central de la mesa, no faltarán el arroz ni ninguna de las guarniciones típicas de esta comida, que ya sabes, se va comiendo un poco de todo, a la vez, sin pausa pero sin prisa. Cuando acabes, una sopita caliente de alga wakame, para dejar al estómago tranquilo y listo para la siesta.
De postre nos pedimos dos helados, uno de té verde y otro de sésamo negro (recomendación de la casa que merece la pena ser escuchada).
Estad atentxs porque su menú entre semana merece mucho la pena para bolsillos apretados, pudiendo disfrutar de la experiencia completa desde los 20 euros (bebida no incluida). De Yakiniku Rikyu se sale sonriendo y con el móvil en la mano, porque siempre hay un amigo al que le quieres decir corriendo “eh tío, tengo que traerte aquí, te va a encantar”.
