El mercado de Vallehermoso es uno de lo más bonitos y con más historia de Madrid. Desde su exterior hasta lo que nos espera dentro, todo está cubierto de un halo de autenticidad que solo puede deparar cosas buenas.
Bajo los altos techos con sus vigas y su reloj, nos encontramos una mezcla insólita de negocios de toda la vida que han visto pasar épocas de crisis y el resurgimiento del mercado de barrio, junto con nuevos locales que dinamizan la idea original. Así podemos empezar comprando el pescado fresco y las verduras , para continuar tomando el aperitivo con un puesto dónde elegir un buen vermut, otro de cervezas artesanales, hamburguesas etc… Entre todos ellos, llama nuestra atención una larga barra de madera con varias sillas altas e iconografía japonesa. Lo tenemos claro, queremos sushi, así que toca Washoku.
Nos sentamos con unas Kirin frescas mientras echamos un ojo a la carta. La oferta es variada y va más allá de los maki y california rolls. En washoku puedes encontrar otsumami, gyoza, edamame, yakitori, karaage, además de sopas como udon y miso. De postre dorayaki, mochi… Las raciones son generosas,los precios ajustados y el personal amable.
Charlamos, comemos y reímos mientras las señoras del barrio cargan sus carros de la compra, dos viejos amigos se encuentran en el puesto de verduras y la vida del barrio transcurre como siempre, como debe ser. Antes de irnos oímos en un puesto cercano algo que nos gusta, parece ser que los amigos de Panic y Quesería Conde duque piensan venir a hacer de las suyas por aquí. Y ya tenemos una buena razón para volver, además del delicioso regusto japonés con el que volvemos a casa.
