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Buda no era vegano
No uno “puro”. Era de un tipo más ecléctico de vegano con una clara afición por la carroña. De hecho en los Sutras enseña que se puede comer carne si el animal no ha sido sacrificado para su consumo, y algunos de sus discípulos afirman incluso que comía carne vistiendo una máscara de cuervo de Archie McPhee.
El asunto es que un día Buda se paseaba por el Raval y ya eran casi las doce. A esa hora normalmente empezaba a sentir ganas de Nirvana, anticipando el momento exacto en el que el sol alcanza su cenit. Por lo visto esta era una costumbre muy corriente entre los sabios orientales, porque a Zaratustra también le gustaba iluminarse –otras veces colocarse– a “la hora de la sombra más corta”.
Buda cerró los ojos e intentó evocar los recuerdos de las largas noches de pasión y sexo desenfrenado con la hermosa Kamala, pero estos no eran lo suficientemente intensos como para abstraerle de las redes del Samsara. Incluso agitó la cabeza desesperadamente like teen spirit, pero nada. Agotado, suspiró. Pero al abrir los ojos se dio cuenta de que un hombre con delantal verde y expresión amable lo observaba. El hombre se acercó y le invitó gentilmente a sentarse en la terraza de un restaurante muy pintoresco a dos pasos del MACBA. Buda quedó maravillado al contemplar la barra repleta de frutas y las paredes decoradas con vivos colores.
Su corazón se alegró.
–¿Qué desea? –le preguntó el camarero con acento nepalí.
–“No desear” ya no. Está muy pasado de moda –respondió Buda sentenciosamente. El hipster de la mesa de al lado que observaba muy atento la escena lo retuiteó todo al instante: le pareció muy trendy lo que decía el famoso asceta. Quiero una ensalada de espinacas, momos (empanadillas nepalíes), thali (bandeja compuesta por varios platos pequeños de verduras y legumbres guisadas, arroz basmati y pan chapati) y el zumo del día, por favor –añadió Buda sin pensarlo dos veces.
Cuentan que a partir del primer bocado lo único que podía oírse de los labios de Buda era un profundo Om. Así tuvo lugar su última transformación y el nacimiento de lo que los viejos sacerdotes foodies conocen como la vía de la Iluminación gastronómica. Todo comenzó con el menú del Veggie Garden.
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