Un salón de té donde se detiene el tiempo.
Salgo de pasear por el retiro, ya se nota que anochece más tarde, algo raro está pasando con las horas. Se dice que el té se toma a las 5, pero yo no miro el reloj esta tarde. He descubierto un salón de té y me voy a saltar la puntualidad británica. Igual es demasiado tarde para merendar, no lo sé, pero yo romperé las reglas.
Vailima es un local de estilo francés, decorado con toques de otro tiempo. Entro atraída por un expositor de tartas, cada cual más apetecible. Aquí dentro parece que todo se ha parado, el bullicio no se oye. Un espacio diseñado para solo disfrutar con uno mismo y los aromas de las infusiones. Macaroons, tartas, croissants, briôches, eclairs, pastas, pain aù chocolat … repostería francesa que acompaña a todos esos tés con clase.
En mi rincón sentada, estudio las 150 variedades que hay en la carta y después de un rato, me doy cuenta que mis gustos clásicos me llevan a pedir una taza de Earl Grey con una nube de leche. Para endulzar un poco, un pedazo de tarta de limón. Una humeante tetera de porcelana anuncia que la fiesta de mi merendola “belle époque” está a punto de empezar.
Decido que nunca más me saltaré la hora del té, siempre que sea en este coqueto salón.
