Miro por la venta, hace aire. Los árboles están doblados y por eso hoy no me peino. Paso todo el día con el pelo alborotado, a todos les pongo la misma escusa: “Ha sido el viento, qué le voy a hacer”. Suena mi teléfono, descuelgo una llamada y al otro lado oigo: “Nena, hoy cenamos en Sudestada”. Y yo, con estos pelos….
Sudestada es un fenómeno meteorológico, también en el paladar. Frío, calor, picante, dulce. Un aire fresco y libertad en la cocina. Un soplo en boca de sabores asiáticos, que se entremezclan con corrientes latinas.
En la mesa me espera mi cita, y una explosión de colores que destacan en el blanco mantel. No se si empezar por la comida o por mi Tequila de Manila, todo funciona a la vez. Dumplings de manitas de cerdo , Picanha, Rollito vietnamita con cangrejo y cerdo… Es difícil elegir cuando lo quieres todo de la carta.
Sudestada va rotando y se deja llevar. Adapta sus atrevimientos a los productos de temporada. Un huracán de ingredientes que no pasa inadvertido si te gusta probar de todo.
Mi velada pasa tan rápido, que parece que se la ha llevado el viento. Es lo que tiene Sudestada, el paladar siempre se lo pasa bien y el tiempo se pasa volando para que te quedes con ganas de volver.
Sigue la dirección del viento, te llevará a la calle Ponzano 85, Madrid.
