Chamberí está que arde. Prácticamente hay que ir con un cuaderno en la mano para tomar nota de todos los nuevos lugares que no te puedes perder. Uno de ellos es Monkee Koffee. Si desde fuera ya llama tu atención por su puerta roja y una divertida ilustración de un mono, su interior no sólo no defrauda si no que supera las expectativas.
Para conocerlo elegimos la primera mañana de domingo fría de la temporada. Estrenamos un abrigo de cuadros y subimos la calle Vallehermoso con un chute extra de felicidad. Al entrar nuestros ojos se disparan y recorren el local a toda velocidad, queriendo elegir el sitio adecuado, como quien tiene la seguridad de saber que la experiencia será única y que se repetirá.
La luz entra por las grandes ventanas e ilumina el espacio total que a pesar de ser diáfano, encuentra la manera de crear pequeños espacios íntimos a través de la disposición de las mesas.
En el centro de la barra, una preciosa cafetera roja que nos adelanta la calidad del café de nuestro desayuno. Para acompañarlo elegimos un bizcocho de arándanos y pan con tomate. Simple pero eficaz. Los sabores son buenos y se aprecia la calidad. La música, la prensa y la conversación hacen el resto.
Perfecto, nos declaramos Monkee Koffeers.
