Paso a paso me acerco a Masala 73 Curry Bar, escuchando las melodías elegantes y folkis de Ankur Tewari, porque estoy hasta el coño de Bollywood y sus bailes horteras, así que un poco de indie hindú para ponerse en situación.
Hace dos años y medio ví su autobús por primer vez en el Festival REC, Masala 73, me cautivo de inmediato, su propuesta de comida india era aire fresco para una escena streetfood demasiado anglosajona y con tendencia a los sandwiches de autor. Poco después conocí a Jordi Aros chef ejecutivo en el Curry Bar y founder de Masala 73, pronto me dijo que estaría entre los 5 mejores foodtrucks, pues bien, no solo lo ha conseguido en menos de dos años sino que uno de sus sueños se ha hecho realidad, el Curry Bar.
Al entrar una barra con la cocina visible, una contrabarra con sus correspondientes taburetes y al fondo un comedor con pocas mesas, en las que predominan la madera y los graffitis con clara tipografía hindú. Su carta, es una evolución lógica de su propuesta streetfood, donde siguen elaborando sus ya míticas bombas mumbai (top) y añaden los currys: de verdura, de cordero (unas albondigas bastante finas y ricas), de pescado (buenísimo el curry), taco vindalo (secreto ibérico, cebolla encurtida y cilantro.Realmente sexy). Una propuesta que sigue el giro que hace unos años ha dado la cocina hindú en nuestra ciudad con Tandoor a la cabeza, por cierto, para el que quiera menú también tienen esta opción en el Curry Bar. Al acabar, la sensación de que el sueño de Jordi se ha hecho realidad y de querer entrar en ese mundo onírico con final picante muy a menudo.
Hace dos años y medio ví su autobús por primer vez en el Festival REC, Masala 73, me cautivo de inmediato, su propuesta de comida india era aire fresco para una escena streetfood demasiado anglosajona y con tendencia a los sandwiches de autor. Poco después conocí a Jordi Aros chef ejecutivo en el Curry Bar y founder de Masala 73, pronto me dijo que estaría entre los 5 mejores foodtrucks, pues bien, no solo lo ha conseguido en menos de dos años sino que uno de sus sueños se ha hecho realidad, el Curry Bar.
Al entrar una barra con la cocina visible, una contrabarra con sus correspondientes taburetes y al fondo un comedor con pocas mesas, en las que predominan la madera y los graffitis con clara tipografía hindú. Su carta, es una evolución lógica de su propuesta streetfood, donde siguen elaborando sus ya míticas bombas mumbai (top) y añaden los currys: de verdura, de cordero (unas albondigas bastante finas y ricas), de pescado (buenísimo el curry), taco vindalo (secreto ibérico, cebolla encurtida y cilantro.Realmente sexy). Una propuesta que sigue el giro que hace unos años ha dado la cocina hindú en nuestra ciudad con Tandoor a la cabeza, por cierto, para el que quiera menú también tienen esta opción en el Curry Bar. Al acabar, la sensación de que el sueño de Jordi se ha hecho realidad y de querer entrar en ese mundo onírico con final picante muy a menudo.