Era el primer sábado de primavera, árboles atravesados por un rayo verde espían a la gente llegar, la plaza ruidosa contempla con efervescencia risas adolescentes lejanas mientras ellos desabrochan sus chaquetas de Asos.

Dirigirse hacia el primer lugar de la ruta y divisar un mercado siempre es emocionante, una cata en el bar La Plaça a base de tapas ( bacalao, callos, pinchos de tortilla, croquetas.. ) con vermut para empezar a despegar hacia una noria de sensaciones.

Entrar en la Bodega Massana y encontrarse a la old school del barrio. Porrones, botas de vino y magía en este lugar que desde 1930 ve a la gente disfrutar con su vermut mientras guardan celosamente su sitio apoyados en la barra con la mirada llena de complicidad. Nuestra dosis de placer es un maridaje de copa verdejo y clotxa rellena de escalivada y arenque ahumado.

Subiendo por la calle Horta visualizamos el Cent % burger que nos encandila con una receta de rabas de pollo rebozadas que comenta su dueño, es un chivatazo de su amigo Albert Adrià, lo acompañamos de una cata de hamburguesa que nos entra a la perfección como una estrofa de Kurt Cobain.

Y llegamos a un jardín y vi que todos los seres tienden fatalmente a la felicidad entre árboles, flores y guiños los unos a los otros , La Cuina d’en Jordi  nos recibe con una exquisitez de platos en el que resalta con dificultad por el buen nivel de todos el bacalao; delicado, fresco, exquisito como esta tarde de finales de marzo que se eterniza entre risas y bocados.

Anhelando algo de dulce para nuestro paladar cada vez mas castigado por un cúmulo de sabores que rebotan entre si, entramos en la pastelería Santantoni , visualizamos belleza en cada rincón, delicadeza en cada pastel y lujuria en su pastel de crema que devoramos como si no hubiera mañana, magnífico sitio para recomendar a todos nuestros familiares.

El café tiene que ser negro como la noche, ardiente como el infierno, fuerte como el pecado y dulce como el amor, con esta poesía que camina en nuestra cabeza aparece el café de les flors, un lugar acogedor con pinceladas nórdicas en el que nos sirven un frappe que se da de la mano con el te que nuestro acompañante degusta con una clase burguesa.

Días de primavera como este que nunca quieres que lleguen a su fin.

Sergi Barnet