Mientras ella retiraba con falsa alevosía el pelo de sus ojos, él decidió que aquella tarde iba a aprender a comer con la mano izquierda.

No le gustaba entrar en Cosmo porque no soportaba tanta belleza sin algo que protegiera sus ojos, así que se sentó en una silla azul de la terraza de diferente color que la suya y espero a que el azar fuera caprichoso y dulce con su merienda.

La melancolía lo atrapo con el primer bocado de carrot cake y afloraron sensaciones de cuando era pequeño , llegaba a su casa al salir del colegio y su abuela lo esperaba con una tarta de zanahoria que a día de hoy es su búsqueda de sabor eterno. El Chai Latte servía para dibujar las nubes sobre su cabeza.

Así fue como aprendió a que si comes con tu mano débil todo se vuelve único.

Sergi Barnet

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