135 Grand St, New York
http://www.cafeintegral.com/
Muchos días después, frente al ploc bloc bajo el filtro en mi cocina, había de recordar aquella tarde remota en que mi primo me llevó a conocer al Café Integral.
Había llegado tarde al pequeño bar, escondido dentro de un enorme negocio de papeles, ropa y obras de arte penetradas por olor de café nicaragüense, marrón, oloroso y espeso como miel de caña. Todo estaba tan cerca, que no hacía falta dedicarle mucho esfuerzo al escoger, y para pedir sólo señalé con el dedo a las burbujas restantes dentro de los filtros «pour-over», tres, teñidos caramelo y todavía mojados. De todas la nuevas cafeterías, que en los últimos años se han abierto sin número, ésta se plantó con la idea de dar a conocer semillas de Nicaragua, y este detallismo lo complementaron con un bar íntimo en un espacio en donde productos de la vanguardia cultural se lucen frente al mundo. Aquí, por decirlo de otra manera, Managua se entiende con Soho.
No obstante, ese día no había ningún imán, ni ninguna innovación, ni los inventos colgados alrededor de nosotros nos enseñaban como se había descubierto este café en Nueva York, y la gorra de chaval que llevaba el dueño del bar, César Vega, cuya labor se extiende desde la tierras agrícolas, fecundas, y cafeteras de Nicaragua hasta la importación, el tostar, y la operación del café, no nos llamaba la atención mientras disfrutábamos de las tazas olorosas, ácidas y largas de café.
Así fue que me di cuenta, ese día parado frente a la caída constante de gotas de café en casa, de que no había moda que seguir, ni pautas, ni algoritmos y mucho menos un invento de mercachifle que ordenara todas esas sensaciones y energía, un café entre dos de las cinco personas en el mundo que se han visto todas las películas de Wong-Kar Wai siete veces, y como uno de sus personajes, que se ha pasado tres cuartos del día (su único día de descanso) registrando las fechas de caducidad de todas las latas en su cocina, el recuerdo de aquella tarde me despertó como si hubiera sido la primera vez, y salí a volver a conocer el Café Integral.
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