Por mucho que nos guste el asfalto, por muy urbanitas que seamos, los lobos de ciudad necesitamos de vez en cuando momentos de desconexión, de terraza, de verde, sin coches, ni demasiado bullicio. Si para ello no tenemos que salir del centro y además nos acompaña un vino tinto y un ceviche de corvina, rodeados del fabuloso espacio arquitectónico del COAM, la fórmula roza la perfección.
Estamos en Bosco de lobos, la primavera se ha adelantado, tenemos un hambre atroz y todo el día libre. Si la felicidad existe ,debe ser como esto. Nuestra mesa se encuentra en su biblioteca, un espacio de diseño con todos los libros que siempre quisiste tener en tu salón. La carta nos ofrece una cocina mediterránea entre la que destacan sus pizzas hechas en horno de leña. La luz lo inunda todo. Comienza el show.
Tortitas de maíz, sashimi de atún y mayonesa de chipotle nos abren la boca. Continuamos con Pappardelle al nero si sepia y pizza de porchetta, miel y mostaza. Delicioso. Una botella de ribera del Duero nos sigue en nuestra aventura. Llegando al final, nos endulzamos con panacotta con maracuyá y un coulant de chocolate con calabaza confitada.
La sonrisa nos acompaña más allá de sus puertas y permanece con nosotros un buen rato, mientras nos aclimatamos en la vuelta al mundanal ruido… En eso consiste el juego, ¿no?
