El polar sol blanco de julio, ilumina nuestra mirada abstracta al sacarnos la protección solar, aunque está sea el nuevo modelo con que se pasean las nuevas rockstars, los chefs; tan envidiados, tan odiados, siempre en el eterno debate de si son tan buenos, de si es arte lo que hacen, aunque jamás suban a un escenario ante miles de fanáticos que venderían su alma por afinar como ellos.

Tarareando la melodía instrumental de Guetaria ( Migala – lp . Así duele un verano ) nos dirigimos en el bólido color crema hacia el Norte, como si nos encontráramos en una loca -road movie- filmada por Lynch.

Volvemos a tener la sensación de blanco polar, iluminados esta vez por las bombillas incrustadas en la pared en las que se puede leer NORTE, rodeados de un diseño interior brutalmente elegante y sencillo, básico y refinado como una noche en la gran manzana. Nos comentan con simpatía como funciona el concepto, platillos y medias raciones con olor norteño nos acariciaran durante nuestra noche que pronto se detendrá para que nuestro placer se eternice hasta la próxima visita.

Tortilla de calabacín y judías, merluza con crema de limón, y mini hamburguesas son los platillos escogidos, al visualizar la perfecta tortilla que ilumina y adorna nuestra mesa pensamos que probarla es algo fantasioso como cuando imaginas tu primer beso, al comprobar el sabor y la textura vuelves a la niñez y al momento en que descubres que aquello que estas probando será tu plato favorito y no puedes parar de imaginarte aquella sensación los inquietantes días posteriores. La merluza a la limón es adorable y descarada como una adolescente cuando sale de su casa y se cambia en el ascensor para ir a su primer club , las mini hamburguesas son un buen fin para los platillos voladores que sobrevuelan nuestras ansias de perpetuarnos allí y ahora. El conguito y cacahuete postre favorito de la gente que ha pasado por Norte al cabo de estos dos años ( inauguraron el 11 de Julio de 2011 como nos comentó la cocinera, una súper agradable norteña ) y el albaricoque con almendra y lavanda despidieron nuestra primera noche cerca del cielo .

Al salir ni rastro de sol, ni rastro de blanco polar, noche dolorosa por sumergirse de nuevo en la realidad.

Así duele un verano.

Sergi Barnet

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