El sol y sombra se apoderó de mi entrada en La Taverna del Suculent. Fue una tarde de primavera cuando asesiné mis miedos, huía de mi pasado y no alcanzaba a ver el futuro. El presente estaba enfrente.

Todo allí estaba teñido de autenticidad, el canallismo del Raval se trasladó a su barra, los regulars del lugar apoyaban sus codos unos a otros, el run run de la gente corrompía mis ganas de jarana. Pedí una caña (el típico sitio de barrio donde la tiran bien seguro) y medias raciones: canapé de piel de pollo, una exquisitez que me trasladó a una ciudad del sur desconocida, mollete de chicharrón  y romesco, buñuelos de bacalao y jamón ibérico Maldonado. Poco a poco a base de cañas, mis miedos fueron suplantados por una euforia mientras el sol se perdía por el este.

La noche había llegado y con ella, un grupo de gitanos del barrio empezaron a hacer rumba en el local, el punto perfecto para perderse en la Barcelona canalla sin rumbo fijo pero con el estomago preparado para absolutamente todo gracias a La Taverna del Suculent.

Serge Barnet

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La Taverna del Suculent
Rambla del Raval, 39
933299707
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