GUT y su historia de amor

Llevaban coincidiendo en el autobús a diario durante los últimas dos, tres semanas. Pensó en varias ocasiones como acercarse a él, como hablarle, qué decirle. No hallaba el modo. Había sentido esa conexión con tan sólo una mirada.  Era difícil, decir con certeza, que aquello fuera totalmente certero, pero algo dentro suyo, decía que era él. El escogido. Sentía que tenía todo lo que siempre había imaginado que tendría esa persona, aunque no le conociera.

Una mañana, antes de salir de casa y caminar hacia la parada del autobús, tomó la decisión. Hoy se acercaría a él. Llevaba demasiado tiempo imaginando como sería ese momento, tantas veces que nunca pensó que él, ese día decisivo, no pudiera estar donde había estaba a diario. Así fue. Ni aquella mañana, ni las siguientes apareció en el recorrido diario que ambos hacían para ir a sus respectivos trabajos, en el centro de Berlín.

Se sentía desolada, perdida y totalmente desorientada. Pasaron semanas y se obligó a olvidarse, aunque su corazón no se lo permitía.

Habían pasado meses cuando volvió a verle. En el mismo lugar de siempre pero con un semblante distinto. Caminó hacia ella decidido. Le tomó de la mano y dejó sobre la palma de su mano un papel arrugado: GUT, decía en ella. Llevaba poco en la ciudad pero lo suficiente como para saber el significado de esa palabra. No hicieron falta muchas más para saber lo que ella llevaba meses sabiendo. Todo iba a estar bien.

Anna Alfaro

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Restaurante Gut
c/ Perill 13
Barcelona
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