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Una noche de verano, como si de un cuento que te explican de pequeño rodeado de una hoguera se tratara, me susurran que iremos al Compartir de Cadaqués, lógicamente se me disparan millones de sensaciones a la vez, que rebotando entre si forman una gigantesca fantasía de la que no podre deshacerme hasta bajar por las curvas que te deslizan hacía tu emoción.

Los culpables de mis alucinaciones son una parte del equipo de el bulli, ni los primeros espadas, ni los peones que dan vida al rey , así que al pedir las tapas para compartir flota en el aire el aroma de una super producción hollywoodense.

El cócteil de bienvenida una especie de zumo de manzana te elevea por encima del pueblo como si alguien eternizara el momento y el tiempo se parara muy cerca de San Juan, la ensalada de sandía con gelatina de rosas rompió el hielo y mas de un corazón, las anchoas con trufa soportaron el peso de la leyenda , los buñuelos con miel son un espectáculo y las sardinas marinadas merecen un gemido orgásmico . Los segundos nos bajaron a ras de mar, la lubina y el rape para compartir fueron el bajón necesario que sufre la montaña rusa justo para in crescendo al llegar a los postres que explotarón como si fueran bombas líquidas de chocolate en nuestras bocas.

Al salir por la masía remodelada para acoger este efervescente restaurante te asalta una duda que coge fuerza, tener las expectativas altas es destrozar aquello que te dispones a disfrutar en todas las vertientes de tu existencia, nos paso laprimera vez que visualizamos Drive de Nicolas Winding Refn y la segunda vista supera con creces a la primera .

Quizás también nos ocurra en el pueblo mas emblemático de la Costa Brava.

Sergi Barnet

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