Celicioso

Son las 6 de la tarde del primer sábado primaveral en Madrid. La calle Hortaleza está más abarrotada que de costumbre. Las primeras piernas al aire y ese vestido azul que morías de ganas por estrenar. Justo antes de llegar a Gran vía nuestros ojos se detienen en una niña que lleva en sus manos una cupcake y la mira como si abriera su primer regalo de los Reyes Magos, ni siquiera se atreve a darle un bocado, es como si no se creyera que es suya y realmente puede comérsela. Leemos el letrero, “Celicioso”.

Una vez dentro, Santi, su dueño, nos cuenta cómo cambió su vida hace 4 años cuando le dijeron que era intolerante al gluten y también como de ahí nació la idea de ofrecer algo nuevo, productos para un público que extrañaba el sabor de las tartas y  dulces que el resto podíamos tomar. Y dieron en el clavo. Así han pasado en muy poco tiempo de un pequeño local Take-away a ampliar su espacio a una cafetería, deleitar con sus postres en centenas de eventos y proyectar la  apertura de dos nuevos locales próximamente. Todo desde la curiosidad, la constancia y el cariño. “Las primeras pruebas fueron difíciles, no dábamos con el sabor que buscábamos”. Pero lo siguieron intentando y voilà, lo consiguieron.

Así es como acabamos disfrutando de su banoffee, su carrot cake y un delicioso frappé mientras en la cola de fuera, seguimos viendo en otras caras la misma expresión de la niña que nos llamó la atención en la calle. Estos son los sueños que se hacen realidad en Celicioso.

Cristina V

SaveSave