Desde lejos veo acercarse el mar, se acerca con la lentitud del que saborea su plato favorito y cada ola es de un color diferente, es la leyenda del océano la que nos susurra como a la marea que vamos a comernos nuestro domingo inmortal.

Barraca está hecho con trozos de sueños, sueños tangibles como su paella de arroz bomba que estalla en cada trago, los mejillones y calamares rinden pleitesia al mar, su sabor es parecido a esa cala de la Costa Brava de la que nos enamoramos de adolescentes. La realidad muta en ficción al finalizar, tus ojos filtran las palmeras que saludan tu visión desde la ventana y piensas que siempre te han gustado porque son altas y esbeltas.

La atmósfera elegante que envuelve el salón es perfecta para dejar en tu memoria la semana y apostar por un futuro lleno de belleza, belleza como la que irradia cada uno de los rincones, detalles que te hacen sumergirte otra vez en el mar donde te sientes especial.

Al salir, las olas en la orilla siguen desafiando nuestra mirada azul, pero yo sólo me fijo en el camino lleno de corazones que separa los escasos 20 metros que separan la arena del paraíso llamado, Barraca.

Serge Barnet
Fotos : Ana Casanova

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Barraca
Passeig Maritim de la Barceloneta,1
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