Todo al día, cada día.
Si el Madrid de los Austrias posee siempre ese clima de cuento que de por sí le dan sus calles, luz y arquitectura, descubrir Santa Eulalia es añadirle un punto extra de magia y encanto a nuestro paseo cercano al Palacio Real. Nos encontramos en un ambiente único de 240 metros cuadrados, cuyo mayor atractivo son los restos arqueológicos de la muralla cristiana del siglo XII que su arquitecto Anto Chozas, ha sabido respetar e integrar con sentido y armonía en el espacio.
Santa Eulalia es panadería, pastelería y cafetería, pero sobretodo es una reivindicación del uso de unas materias primas excelentes y lo más frescas posibles, tratadas con una técnica elevada y un respeto máximo al producto. Su obrador, a la vista y con un papel protagonista tras la barra, refuerza la relación de confianza entre el cliente y el artesano además de invitar al primero a consultar todas sus dudas sobre el producto de manera directa.
Nuestros ojos no saben dónde pararse, volando de forma frenética de los dulces a los panes y nuestro estómago comienza a soñar con los sabores q le esperan. Ana, responsable del proyecto junto a su pareja José Alberto, nos cuenta con detalle los secretos de sus productos. Los panes son elaborados con harinas ecológicas y fermentos naturales lo que deriva en un resultado final con personalidad propia. Su pastelería nos recuerda a la francesa con sus brioches, moulin praliné, financiers… un producto elegante, equilibrado y que provoca emoción. Su café de especialidad de D’origen, elaborado por sus baristas, es otro de los grandes atractivos. El chocolate cobra un papel protagonista ya que su elaboración y temperado se realiza allí mismo y en la entrada podemos ver su amplio surtido de bombones. Nos llama especial atención su Toña Santa Eulalia, un bollo elaborado con la misma masa del roscón de reyes que, al ser tan alabado durante la navidad, han decidido que permanezca entre sus habituales.
Podríamos seguir enumerando las razones por las cuales volver pronto pero os vamos a dejar que las descubráis vosotros mismos. No perderemos ocasión de regresar a este lugar de ensueño al que escaparse de vez en cuando para disfrutar como niños, recuperando el valor en alza de lo artesano.
