La lata de sardinas

Delicias concentradas

Una serie de desencuentros nos había llevado a no conocer aún La lata de sardinas. Le teníamos ganas a este restaurante y por una cosa o por otra, el destino nos llevaba a postergarlo, muy a nuestro pesar, para otro día. Cuando nos enteramos de que había cambiado de manos, decidimos que era la excusa perfecta para poner fecha a nuestra primera visita.

En la mítica calle Limón del barrio de Conde duque, nos reciben Nacho y Juan Carlos, que tras mucha experiencia en hostelería trabajando para terceros, han decidido tomar el mando de esta taberna y darle su propio sello, con una cocina de mercado que respeta el producto e introduciendo poco a poco, cambios en la carta para hacer el lugar más suyo.

El local se divide en dos espacios, el primero más amplio y con la barra y un segundo más íntimo y acogedor. Nos situamos en este último y vamos echando un ojo a la carta. Como nos apetece todo, acabamos por dejarnos aconsejar y a nuestra mesa comienzan a llegar delicias como sus gyozas de pollo y verduras (crujientes y sabrosas), el ceviche de corvina con leche de tigre (muy recomendable), su tartar de tomate con helado de mostaza (fresco y de texturas sorprendentes) y el pollo crunchy (con un rebozado adictivo). Para beber, unas copas de Pyjama (Bierzo). De entre sus cuatro postres elegimos la mousse de choco picante con aceite de oliva virgen y sal Maldon, solo apta para valientes.

Con el vino y la conversación nos sentimos cada vez más a gusto en su salón y nos queremos quedar un rato más, juntos pero no revueltos, como sardinas en una lata.

Cristina V.

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