C/ Valverde, 42
Metro: Tribunal / Gran vía.
Tfno: 667 21 48 14
Precio medio: 30 € persona
http://restaurantenavaja.com/
Nikkei con toques gallegos
Volvemos a Madrid con una lista de sitios pendientes que visitar y no nos cuesta nada comenzar. El primero, escrito con mayúsculas, es Navaja, el nuevo hype malasañero ubicado en el número 42 de la calle Valverde.
Nos recibe un suelo ajedrezado y dispuestos a jugar, comenzamos a saltar de baldosa en baldosa hasta llegar a nuestra mesa. Por el camino la luz nos acompaña llevando nuestros ojos a su cemento visto, sus coloridos taburetes, espejos dorados , las verdes plantas presentes en los tres diferentes ambientes, hasta llegar a la bonita madera de las mesas en las que disfrutaremos de nuestra comida. Todos estos elementos forman un espacio único, colorido y perfecto que hacen de Navaja un espacio vivo.
Su cocina ofrece una carta nikkei con toques de la cocina gallega. Nos dejamos aconsejar por su amable personal y elegimos: Navajas cocidas a baja temperatura acompañadas con polvo de cacahuete, tapioca hidratada, habanero, jengibre encurtido, cebolla china ahumada, leche de tigre chifera (leche de tigre y ponzu) y crujiente de tirabeque. Aguachile de gambón, la versión mexicana del tiradito de Perú. Los gambones son cocidos en superficie con soplete y se emplatan con una salsa de leche de tigre con jalapeño, cebolla encurtida en vino blanco y vinagre de arroz, polvo de totopos (nachos) y boniato. Su tartar de solomillo, macerado en soja y condimentado con alga nori, papel de yuca y puntos verdes de crema de wasabi. Tiradito Ají amarillo de corvina acompañada de una crema de ají amarillo y leche de tigre. Y para terminar sus exquisitos Bao buns de presa ibérica.
Todos sus platos son estéticos y con ese toque de sabor que marca la diferencia y hace que tu paladar te lleve lejos del sitio dónde estás sentado. Terminamos la comida con una copa más de Albariño fresco y dos de sus postres para compartir: tarta de limón y brownies, en su interpretación más “Navaja”. De estos últimos no pudimos hacer foto, la conversación era a esas alturas, demasiado divertida como para interrumpirla. La sonrisa nos duró toda la tarde.
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