La Esquina

La luz surgía del vitral de ese ventanal y no al revés, como si el sol, por una vez, se hubiera dejado seducir por un cometa. Todo allí brillaba en un fotograma para recordar. Mesas y sillas de madera alineadas geométricamente. El chef visible en un aparador con aire vintage y la Marzocco color azul, le espiaba de reojo, en el mismo instante que hice un paso de más para cruzar la puerta llena de flores que me llevaría a Marte. Tal y como un día predijo Bowie. Y allí la volví a ver de nuevo, su melena solar le caía líquida hasta taparle los hombros. Sólo habían pasado unos días desde nuestro fugaz encuentro en el bar treze. Nos sentamos acompañados del aura mágica que desprendía aquel descubrimiento: ¡La Esquina! Mientras hablábamos de versos y proyectos, Alan Steward el joven y alternativo chef de Londres, se nos acercó para explicarnos cómo ha preparado el concepto artesanal y de temporada de la carta. Cómo bascula su oferta diferenciando el fin de semana, laborables (menú combi de plato único) y las noches. Todo en La Esquina es artesanal, desde las tartas, los ahumados, hasta llegar al café.. precisamente esto hizo que mi corazón se disparará hacia el rojo pasión de marte. Al ser un activista del third wave cafetero me flipó que cuidarán este detalle.

El barista Louis, se encargara de seleccionar el origen de su propuesta, esta semana ha elegido una selección de Nomad Coffee para darle un buen toque en su espectacular marzocco. Al ser domingo optamos por unos huevos royale para ella, que desmenuzó con delicadeza mientras explicaba lo bueno que estaba ese salmón ahumado y me contaba que le recordaba a su último viaje a UK, donde fué a un lugar clandestino de Shoreditch. Yo opté por un plato típico de la cocina inglesa al conocer la historia de Alan, el kedgeree con pescado ahumado (en este caso caballa), arroz hervido con curry, huevo y mantequilla. Ese plato desbordó mi personalidad y consiguió que danzara sobre la atmósfera y el alma de La Esquina, un espacio de belleza obsesiva por lo simple, matizada por el rayo que caía sobre nosotros y que multiplicó nuestro domingo galáctico.